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lunes, 28 de enero de 2008

IV. Elementos de composición de una imagen

De primera mano, la persona que opera por primera vez una cámara debe conseguir que el motivo a fotografiar aparezca completo en el encuadre, teniendo en consideración que la distancia entre el lente de nuestra cámara y el objeto que pretendemos retratar es un factor determinante. El ojo humano observa un espacio sin límites, pero en la cámara, el encuadre está limitado por cuatro lados. Por lo tanto, es necesario elegir lo que se quiere incluir y lo que vamos a excluir desde el marco de nuestra composición.

El fotoperiodista debe siempre procurar estar lo más cerca posible de su centro de atención para lograr el mejor de los encuadres posibles. Una vez se haya decidido aquéllo que se desea fotografiar, de acuerdo al modo como sujete la cámara, se podrá seleccionar entre dos tipos de formatos fotográficos: el horizontal o el vertical.

Una vez aprendidos estos básicos, es entonces que se puede tener en consideración otros elementos de composición estética y creativa. La composición tanto en fotografía como en cualquier obra de arte, consta de los elementos presentes en el encuadre y cómo éstos están acomodados en el mismo, es importante que haya un balance en los elementos de que componen la fotografía.

Existen dos tipos de balance en una composición. El balance asimétrico y el simétrico. El balance asimétrico se logra poniendo diferentes elementos a cada lado de la mitad del encuadre y que tengan el mismo peso, logrando que haya un balance en la obra. Sólo hay que imaginarse una balanza que tenga elementos diferentes a cada lado que pesen lo mismo. El balance simétrico es más simple de lograr, éste se logra poniendo el mismo elemento, del mismo tamaño, forma y color a cada lado del encuadre. Es importante que se logre este efecto de balance creativamente, de otro modo, visualmente, el espectador va a tener la impresión de que el trabajo pesa más de un lado que de el otro.

Componer es igual a crear. La mayor parte de las buenas fotografías han sido creadas, por tanto, si se quieren crear fotografías hay que familiarizarse con algunos principios de la composición. Básicamente, cuando se habla de los aspectos o principios de composición de una imagen, se hace alusión a los distintos puntos de vista, o bien, a los diversos ángulos y planos que fueron considerados en el momento de oprimir el obturador de una cámara.

Se determina el punto de vista en función de la posición relativa de la cámara con respecto al motivo, persona u objeto a fotografiar. Muchas veces al fotoperiodista le va ser necesario girar en torno a su objeto de interés para obtener una nueva perspectiva. Se cambia la perspectiva de una foto variando la posición de la cámara y del horizonte dentro de la imagen. La utilidad de cambiar el punto de vista es múltiple, ello nos permite apreciar u ocultar determinados detalles. Y en ello, también, estriba el significado o grado de connotación que queramos otorgar a nuestra composición.

La elección del plano es superimportante, pues de la variación de éstos también dependerá el mensaje y sentido estético que queremos trasmitir en la fotografía.

• Los planos de ubicación o generales: sitúan la escena y nos refieren al sujeto en relación con su entorno, éstos son: el gran plano general o panorámica, el plano general y el plano conjunto.

• Los planos de expresión, refieren exclusivamente al sujeto, nos transmiten emociones o sentimientos. Mientras más cerrado es el plano, más se excluye el entorno. Estos planos son: plano entero, plano americano, plano medio, primer plano, primerísimo plano y el plano detalle.

Cada plano aporta distintos significado al motivo, unos pueden ser muy emotivos, otros, estéticos, unos muy informativos, otros más atrayentes, o curiosos, tal vez dinámicos, también pueden ser directos o abstractos.

En cuanto a la posición de la cámara, cada angulación tiene un propósito, y un efecto distinto, así, el ángulo picado disminuye al objeto, el normal tiene un efecto neutro, y el contrapicado magnifica al objeto.

Hay que considerar la cámara que se tenga, las leyes de composición de imagen siempre regirán el momento en que se componga la fotografía. No se deben desdeñar las siguientes tres leyes de composición: la ley de la mirada, la ley de los tres tercios y la ley del horizonte. Estas tres leyes son una especie de regla de oro a seguir, las mismas, han sido utilizadas de la manera más elemental desde la más lejana antigüedad.

• Ley de la mirada: Es aquella ley en que toda persona, animal o cosa, dentro del recuadro fotográfico debe de tener más espacio libre hacia su parte frontal que lo que ocupa su parte trasera. Por está misma razón el fotografiar objetos móviles, es muy importante captarlos entrando en la foto y nunca saliendo.

• Ley de tercios: Para una buena composición fotográfica es recurrente dividir nuestro plano imaginario en tercios (verticalmente y horizontalmente). Los lugares donde se cortan las líneas dan lugar a cuatro puntos focales: A, B, C y D. La ley de tercios nos dice que los puntos de mayor atención de una fotografía son las intersecciones de las líneas, y que el centro es pasivo. Por lo tanto, si se aplica esta ley, nunca se ubica el motivo de mayor atención en el centro de la foto, sino a la altura de alguno de los tercios. No es necesario ocupar todas las líneas ni los puntos, sino situar sobre cualquiera de ellos el elemento principal. El curso de un río, la dirección de un camino o una muralla, pueden acabar su recorrido en uno de los puntos de intersección de la regla de los tercios. Así conseguimos dirigir la mirada del observador al motivo que queremos transmitir.





• Ley del horizonte: Para fotografías de paisaje, es válida la ley del horizonte, vinculada a la regla de los tercios. Si queremos destacar el cielo, la línea del horizonte, debe de ocupar solo el tercio inferior de la imagen. Si queremos destacar el terreno, el horizonte debe colocarse ocupando 2/3 de la fotografía.

Si bien estas reglas rigen algunos cánones estéticos, no son una camisa de fuerza, y habrá momentos en que será necesario romper la regla. Algunos ejemplos consisten en cuando lo que se desea es dar prioridad a texturas y tramas, o una imagen donde lo que importa es "la forma", y se quiera transmitir cierta uniformidad, en este caso, la regla de los tercios haría perder este objetivo. Cuando la simetría es importante para la composición, también se va ignorar la regla de los tercios.

También las líneas y ejes de nuestro centro de atención deben ser consideradas. En una composición, las líneas pueden actuar: haciendo penetrar nuestra visión en la fotografía, guiando nuestra mirada por la imagen hasta el centro de interés, o haciendo salir nuestra mirada de la foto lo más suavemente posible.

Todos los elementos de composición aquí aprendidos nos remiten a que es fundamental trazarnos un objetivo y un propósito antes de comenzar a fotografiar, teniendo en consideración que:

Toda imagen tiene una razón de ser.

La composición y los componentes que integran una imagen, así como la manera en que éstos están dispuestos determinan el mensaje que queremos transmitir.

Las fotografías narran lo que nuestros ojos ven y la manera en que interpretamos el mundo que nos rodea. Por ello se dice que también la fotografía es un texto con las posibilidades de contestar a la 5 W´s del periodismo moderno.

© Adriana Gutierrez. All rights reserved

III. Aspectos técnicos y empleo de la cámara

Una vez consultado el manual de empleo de la cámara a disposición, la persona tendrá la posibilidad de familiarizarse con las opciones automáticas que ya vienen integradas en la cámara, tales como: la opción de paisaje, retrato, deportes, entre otras muchas que hoy día permite el avance de la tecnología. Sin embargo, las opciones automáticas que aquí se mencionan son las más fundamentales, además de ser una alternativa para principiantes que permiten un primer acercamiento a los conceptos de apertura y velocidad, conceptos que a su vez están ligados a la selección del tamaño de apertura del diafragma y el tiempo de exposición que requiere una fotografía según el efecto e impacto visual que se quiera alcanzar.

Por lo pronto, y sólo como referente, hay que saber que la prioridad del diafragma (el tamaño del “agujero” u “ojo”) en el lente de la cámara se suele utilizar para resaltar la profundidad de campo.

La profundidad de campo es la distancia por delante y por detrás del sujeto enfocado que aparece nítida. La profundidad de campo, siempre aumenta cuando el diafragma está en su apertura de menor tamaño, es decir el valor numérico de su “stop” (f) más alto. Una forma fácil de recordar este concepto es no olvidar que la profundidad de campo aumenta en relación inversa a la apertura.

Los controles manuales de apertura y velocidad de la cámara van a permitir jugar con la luz resultando en una mayor o menor exposición, resultando en efectos que en algunas ocasiones van a destacar la claridad (sobre-exposición) u oscuridad (sub-exposición) de la imagen y su movimiento.

Éstos son conceptos que pueden resultar algo complicados y requieren práctica y dedicación. Por lo pronto, sírvase en saber que:

-Si la persona desea una foto con gran definición permitiendo una mayor profundidad de campo (menor apertura del diafragma), se utilizará el programa de paisaje. Si en vez de ello, la persona deseara dar prioridad al primer plano, desenfocando el fondo (mayor apertura del diafragma), se utilizará el programa de retrato. Un objeto enfocado se traduce en una imagen clara y nítida, mientras si está desenfocada la imagen, se va a ver borrosa.

En cuanto a la velocidad del obturador ésta puede hacer la diferencia entre mostrar una fotografía que dé la sensación de movimiento o transmita la sensación de haber congelado el tiempo.

-Si se deseará conseguir una velocidad alta que congele la imagen y logre la sensación de detención de movimiento, se utilizará el programa de deportes.

Otro factor a considerar al emplear nuestra cámara consiste en la incidencia de la fuente de luz en la foto. Existen dos tipos de iluminación cuando se hace fotografía: la natural y la artificial.

Cuando hacemos fotografía al exterior, el sol va a ser nuestra principal fuente de luz. Cuando uno es principiante, siempre es bueno tener el sol de espaldas para evitar el efecto de contraluz, en las opciones automáticas de la cámara existe una opción para compensar este efecto. Debe buscarla en el menú de opciones. Ahora bien, si lo que se desea es resaltar la silueta de un objeto este efecto puede ser de uso muy creativo.

Por otro lado, en ambientes donde la luz es escasa y nos puedan resultar fotografías sub-expuestas, disponemos de dos opciones para compensarlas.

-Aumentar la luz con el “flash”. Se puede seleccionar la opción automática, y la cámara por cuenta propia hará uso del flash en las situaciones que sus sensores se lo indiquen, o bien la persona tendrá que aprender a evaluar el uso del “flash”. Generalmente, en interiores poco iluminados y fotografías nocturnas, se hará uso del “flash”.

-Otra opción es hacer uso de los controles manuales y aumentar el tiempo de exposición combinado con un diafragma de amplio tamaño, para que la luz recibida sea la máxima. No se debe perder de vista que el aumento de tiempo de exposición conlleva el riesgo que la foto salga movida. En este caso, se puede hacer uso de un trípode o una superficie plana donde apoyar la cámara.

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II. Conceptos básicos de la fotografía digital

¿Por qué concentrarnos en la fotografía digital y no en la fotografía convencional, si ambas cumplen con el mismo objetivo de reproducir imágenes? Con el avance apresurado de los tiempos, y teniendo en consideración la fecha de aparición de la primera cámara digital (1990), es un hecho real que la tecnología de la fotografía digital ha igualado e incluso superado en muchos aspectos las posibilidades de la fotografía tradicional, además de resultar de una conveniencia costo/eficiente. Con la cámara digital podemos realizar una cantidad infinita de fotografías sin necesidad de incurrir en los gastos adicionales de película y laboratorio que la fotografía convencional requiere.

Así mismo, considerando las limitaciones de tiempo que muchas veces existen en una sala de redacción, el empleo de la fotografía digital acelera, a pasos agigantados, el proceso de producción periodística. La tecnología digital nos permite tener acceso a las imágenes desde una computadora, e incrementa las posibilidades de uso de una imagen sin tener la engorrosa labor de pasar por un proceso químico, al mismo tiempo que elude la necesidad añadida de transformar su formato análogo a uno digital en el momento de utilizar la imagen como parte del texto o una publicación destinada a su difusión impresa o a través de las nuevas tecnologías de información como la Internet.

En lo que a controles se refiere, operar una cámara digital compacta sencilla no acarrea dificultad alguna, basta con saber encender la cámara, y saber identificar cada una de la partes de mayor relevancia, tales como: la pantalla LCD o visor óptico, el lente, la opción de “zoom”, el botón de encendido, y el botón disparador (obturador), con un poco más de práctica y uso, y a medida que pase el tiempo la persona se irá familiarizando con otros controles que permitirán modificar el menú de opciones, aumentando las posibilidades de elección del usuario.

De primera intención, y una vez con cámara en mano, se recomienda el empleo de ambas manos para sujetar la cámara, enseguida se proseguirá a encuadrar el centro de atención u objeto de nuestro interés en la pantalla o el visor óptico. Ya listos y seguros de tener en nuestro campo visual la imagen que se desea fotografiar, como regla general, se utiliza el dedo índice de la mano derecha para oprimir el obturador. De esta forma cuando queremos disparar sólo hay que hacer un leve movimiento de presión hacia abajo.

Se debe siempre recordar que cada imagen contiene un tema. Antes de oprimir el disparador debemos preguntarnos en torno a qué gira nuestro centro de atención, logrando así la efectividad de lo que queremos comunicar. De igual modo, hay que esperar por el momento justo y oportuno para capturar una imagen, y para ello debemos observar con cautela, analizar el momento y determinar cuándo es el mejor momento para disparar.

En relación a otros particulares que debemos tener en consideración, es importante, conocer las distintas opciones de resolución y nitidez que nuestra cámara digital permite. Una de las principales diferencias entre la fotografía digital y la convencional es que la imagen queda registrada en pequeños “bits” de información llamados “pixels”, éstos se activan con la luz a partir de unos pequeños sensores electrónicos. La cantidad y tamaño de estos “pixels” determinará la resolución y nitidez de nuestra imagen. En cierta medida, los “pixels” vienen a sustituir la función que cumplen en la celulosa de un rollo las partículas de nitrato de plata donde anteriormente en la (fotografía convencional) quedaba plasmada la imagen al primer contacto de la luz.

En la actualidad, la gran mayoría de las cámaras digitales básicas compactas permiten una resolución máxima de 6.0 megapixeles (mp), este tamaño nos permite obtener fotografías de gran calidad para su impresión, además de permitir la manipulación y variación del tamaño de la imagen en programas de edición, tales como: Microsoft Office Picture Manager, I-photo y Photoshop, por sólo nombrar algunos programas de fácil acceso y uso frecuente. Además, una tarjeta de memoria de 256 megabytes (mb) da y sobra para obtener un centenar de imágenes durante una cobertura noticiosa.

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I. Importancia de la imagen fotográfica y su valor documental.

“Una imagen vale por mil palabras”.

Una imagen ahorra al periodista descripciones, detalles y otra información excesiva, al mismo tiempo que va a proveer de golpe con una fuerza incuestionable un mundo de datos al receptor de la información

Texto y fotografía forman una unidad en todo buen trabajo periodístico. El uso de la imagen en la labor periodística permite ejercer el periodismo de una manera gráfica y sintetizada. Es muy común encontrar en las noticias que la fotografía aparece como testimonio fidedigno y transparente del acontecimiento o evento que se está reportando. La fotografía, entonces, adquiere un alto valor comunicativo que cumple la función de señuelo, tanto para cautivar al lector como para llevarlo a la mejor comprensión de la narración de las noticias.

La imagen fotográfica periodística gana su significado por un flujo constante de significados entre imágenes que hacen referencia a nuestra forma de concebir el mundo. Cuando abrimos un periódico y observamos detenidamente una imagen nos da la sensación de que podemos atrapar y comprender un poco mejor el mundo que nos rodea, y es que el fotoperiodismo es una forma de comunicación social a través de la cual se dan a conocer y se analizan los hechos de interés público.

Ser fotoperiodista requiere algo de arte y capacidad informativa para poder plasmar en una imagen el qué, quién, cómo, cuándo y dónde. Es por eso que autores con cierto grado de autoridad en esta área, como Leñero (1985), Vilches (1987), Castañedas (2005) están convencidos que el fotoperiodismo es una actividad artística e informativa de crónica social y memoria histórica.

Ciertamente, la cámara fotográfica se convierte en un objeto privilegiado con la capacidad de producir sentido y otorgar significación a las cosas. La cámara juega con nuestra percepción al construir una impresión mediatizada de nuestra realidad. Esta impresión de realidad trabaja estrechamente en conjunto con la impresión que el texto escrito de una noticia pretenda transmitir.

Si bien es cierto que la fotografía otorga cierto grado de “objetividad o verosimilitud” al texto periodístico, también es cierto que ésta provee el punto de vista del fotógrafo, quien con su selección de un segmento de realidad nos transmite su propia construcción visual de la cultura y sociedad que le rodea.

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